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Sin duda, el desarrollo de competencias docentes es uno de los mayores «caballos de batalla» de la educación en el siglo XXI.
Y es que el nivel y rapidez de los cambios sociales, económicos, tecnológicos y medioambientales de nuestro entorno, hacen cada vez más difícil la labor de maestros/as y profesores/as. Por ello, en este artículo veremos algunas formas de adaptar y mejorar sus competencias para dar respuesta a estos retos.
¡Sigue leyendo si quieres conocer todos los detalles!
Aunque existen infinidad de definiciones del término «competencias», podemos recurrir a la siguiente:
Las competencias docentes son el conjunto de conocimientos, capacidades, valores y habilidades que poseen o deberían poseer los/las docentes para realizar adecuadamente su labor de enseñanza.
Como ves, se trata de un concepto muy amplio, que puede abarcar un gran número de aspectos muy distintos entre sí. En el siguiente apartado recopilamos algunas de las competencias docentes más relevantes.
Actualmente, podríamos decir que las competencias docentes más importantes (y que más se deberían desarrollar) son las siguientes:
Como es lógico, el docente ha de tener suficiente competencia en la materia o materias que imparta, sabiendo adaptarla al nivel educativo en el que ejerza la docencia.
En principio, las oposiciones de Educación garantizan que quienes acceden a este tipo de plazas en el sector público tienen un nivel adecuado en este sentido.
Se trata de diseñar un plan docente que permita optimizar el proceso de enseñanza – aprendizaje, incorporando todos los contenidos que exige el currículo, de la forma más eficiente posible.
Lógicamente, no es tarea fácil prever todas la eventualidades que se producen en la práctica. Por tanto, la planificación también debe ser flexible y permitir la incorporación de los cambios que sean necesarios, sin desvirtuar el plan inicial.
La habilidad comunicativa es fundamental para realizar una buena transmisión de conocimientos y para guiar el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Según diversos autores, la comunicación de la materia en el proceso de enseñanza debe seguir tres principios básicos:
No obstante, además de la comunicación con el alumnado, es importante incorporar también aquí la competencia de comunicación con otros docentes y con el equipo directivo del centro, así como con padres y madres y demás miembros de la comunidad educativa.
Sin una buena competencia de motivación del alumnado, la labor docente pierde gran parte de su eficacia.
Por tanto, es vital que maestros/as y profesores/as sean capaces de estimular el interés de los estudiantes, a través de todos los recursos, habilidades y conocimientos que puedan movilizar a estos efectos.
Para ello, una buena herramienta inicial es ponerse en el lugar de los alumnos/as y comprender su punto de vista.
La metodología abarca todas aquellas herramientas, técnicas y procedimientos que utiliza el docente para llevar a cabo el proceso de enseñanza – aprendizaje.
Una buena competencia metodológica debería combinar diversos enfoques, en la proporción adecuada, para lograr los mejores resultados posibles.
Así, puede hacer uso de la tradicional «clase magistral», pero incorporar también la solución de problemas, el trabajo en proyectos innovadores, el aprendizaje individual autónomo y el trabajo en equipo.
El docente ha de desarrollar una adecuada competencia para la gestión de todos los medios que tiene a su alcance para llevar a cabo la labor de enseñanza – aprendizaje.
Por tanto, debe saber aprovechar todos los recursos disponibles, pero sin que esto suponga quitar el foco del contenido de la enseñanza propiamente dicho.
Sin duda, la labor de atención personalizada, asesoramiento y motivación del alumnado es fundamental dentro del desarrollo de competencias docentes en todos los niveles educativos.
Igualmente, la atención a la diversidad debe presidir la labor docente, especialmente en un momento histórico donde la migración, la interculturalidad y la diversidad añaden una capa de complejidad que antiguamente no tenía tanto protagonismo.
Más allá de la labor puramente docente, el profesorado ha de desarrollar competencias específicas para la mediación en caso de conflicto, tanto dentro como fuera del aula.
Sin duda, esto puede llegar a tener un impacto decisivo en la formación integral del alumnado y en su evolución futura.
Se engloba aquí todo el conjunto de habilidades, técnicas y conocimientos que se aplican para evaluar los resultados del proceso de enseñanza – aprendizaje.
Sin duda, esto va mucho más allá de la simple corrección de ejercicios y exámenes.
Se trata, en definitiva, de obtener información fiable sobre el aprendizaje, extraer conclusiones y mejorar el proceso de enseñanza a partir de esos datos.
Por tanto, aquí se incluye tanto la evaluación que lleva a cabo el docente, como la autoevaluación realizada por cada estudiante o la co-evaluación entre compañeros/as.
La innovación en el proceso de enseñanza – aprendizaje permite llevar a cabo mejoras continuas, al incorporar nuevas técnicas, conocimientos y metodologías.
En relación con esta competencia docente, podemos mencionar también todo aquello que se refiere a la incorporación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en el aula.
Las vías para conseguir un buen desarrollo de competencias docentes son muchas y muy variadas. Algunas de las más importantes son las siguientes:
En definitiva, el desarrollo de competencias docentes debería ser un proceso continuo, que vaya incorporando pequeñas mejoras a medida que el profesional amplía su experiencia y formación, al tiempo que se adecua a los cambios sociales de cada momento.