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Los escaparates son las técnicas de marketing más antiguas para el sector del retail. ¿Te gustaría conocer un poco más en detalle la historia del escaparatismo? En este artículo reflexionaremos de su evolución a lo largo de los años y las diferentes culturas.
La cultura musulmana fue la primera en incorporar escaparates para atraer a más clientes y generar un mayor número de ventas. De hecho, a día de hoy siguen utilizando el mismo método de escaparatismo que hace siglos: la exposición en los típicos zocos.
La propia disposición de los mercados árabes es un claro ejemplo de la historia del escaparatismo. Un paseo a través de estrechas callejuelas con puestos en los laterales donde el producto a vender es el que está al alcance y vista de los clientes.
Una fusión de colores y olores a la que es difícil resistirse, por no hablar de las técnicas de venta de los vendedores de los zocos, donde el regateo es una ley no escrita en plena aplicación. De esta forma se entiende que los zocos fueron la primera representación y aproximación a lo que hoy entendemos como escaparatismo.
Paris y Londres son las dos capitales europeas que introdujeron las bases del escaparatismo que conocemos hoy día. Fue a través de los grandes almacenes que abrieron sus puertas a finales del siglo XIX, grandes establecimientos donde el retail debía presentarse de una forma atractiva que captara la atención del público.
Destacan los Au Bon Marché parisinos y los Harrods de Londres como dos iconos de la historia del escaparatismo moderno. En ambos casos hablamos de almacenes de cuidada estética donde, en el interior nos encontrábamos con una disposición en vidrieras y personal perfectamente uniformado para hacer frente a las demandas del consumidor.
No obstante, en aquellos momentos todavía no había nacido la disciplina del marketing como tal, por lo que el escaparatismo se reducía a mostrar mercancía de forma cuidada y bonita.
No sería hasta los años 20 que se crearía la disciplina del marketing y se empezaría a aplicar en el escaparatismo. Es en este momento que la historia del escaparatismo da un giro al aplicarse técnicas de venta y de captación de atención al consumidor.
¿Recuerdas los colores y olores de los que hablábamos en los zocos? Pues empiezan a utilizarse como reclamos analíticamente pensados para captar el interés de clientes.
“Un escaparate espectacular era esencial para cautivar los corazones, las mentes y los bolsillos de los consumidores”, Steven Haller
De esta forma los comerciantes eran capaces de marcar una guía de compra sin necesidad de realizar un esfuerzo demasiado grande. Todo tenía una lógica y funcionaba a la perfección.
La historia del escaparatismo está fuertemente ligada a los acontecimientos en el ámbito social que iban sucediendo conforme pasaban los años. Cobran especial relevancia los posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
De esta forma, en los años 50 y 60 toda Europa se encuentra sumida en un proceso de recuperación tras la guerra, por lo que los escaparates se esfuerzan por enviar el mensaje de prosperidad y sueño por una recuperación completa. Destacan elementos fantasiosos y brillo.
En los años 70 se abandona esa técnica y se vuelve a pasar por utilizar el escaparate como una mera ventana donde colocar los productos. Una década que actúa como puente entre la anterior y la siguiente. De esta forma, en los 80 se produce un cambio importante: la llegada del merchandising. Se empiezan a explorar las ventajas de generar consumismo ligado a determinadas fechas como el día de la madre, San Valentín, rebajas…
La historia del escaparatismo se ve especialmente marcada por la inclusión de las nuevas tecnologías y la experiencia del usuario como dos de las claves para potenciar las ventas.
De esta forma, el escaparatismo deja de ser una vitrina de cristal para pasar a ser algo mayor. Aparecen las perfomances de grandes marcas en las que cautivar al consumidor y se introducen técnicas de captación a través de muestras de producto y talleres.
Por último debemos destacar también cómo la corriente estética elegida más elegida es el minimalismo, donde la estética es un factor más en el escaparate. Las marcas más prestigiosas escapan así de la presentación de productos con reclamos innecesarios o excesivos.