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La multiplicación vegetativa es producir una planta a partir de una célula, un tejido o un órgano de la planta madre. Cualquier parte de una planta puede originar otra de características similares.
Esta propiedad se emplea a menudo en la jardinería y en este artículo te contamos todo lo que necesitas saber sobre ella.
Conocemos como multiplicación vegetativa la producción de un nuevo organismo a partir de un fragmento del propio organismo. Es decir, la producción de una planta a partir de una célula, un tejido, un órgano partiendo de una planta madre.
Algunas partes de una planta pueden originar un nuevo individuo, siempre que se den determinadas condiciones de crecimiento, como luz, temperatura, humedad, nutrientes, etc.
La multiplicación vegetativa es posible gracias a que muchas células de los tejidos diferenciados de la planta conservan totipotencialidad. Esta característica permite a una célula adulta volver a diferenciarse y multiplicarse dando origen a los órganos vegetativos (raíz, tallo y hojas).
Entre las ventajas de la multiplicación o reproducción vegetativa están algunas como que conservan y propagan características deseables, es decir, permite una mayor calidad de la planta, que se reproduzca mejor o que tenga más tolerancia a los insectos, por ejemplo.
Son individuos clonados, por lo que permiten mayor beneficio en el empleo de un cultivo. Permite introducir a las plantas de manera más rápida en la etapa reproductiva.
Permite también conservar genotipos superiores que determinan unas características genéticas más favorables. Es decir, que las plantas resistan mejor las plagas, las enfermedades o que sean más tolerantes a condiciones de extrema humedad.
Existen varios tipos de multiplicación vegetativa. Por un lado, la natural, que produce un nuevo organismo a partir del fragmento del propio organismo, como por ejemplo tallo y hojas.
El hombre ha explotado a lo largo de la historia este potencial de reproducción de las plantas a partir de órganos usando las yemas, como es el caso de bulbos, tubérculos, rizomas o estolones.
La propagación vegetativa también se puede dar de forma artificial. En este caso recurre a tallo a tallos no metamorfoseados en este tipo de técnica. Se emplean las yemas de los nudos y se propagan las plantas por multiplicación vegetativa artificial con diferentes artificios. Es el caso de las estacas, el injerto, el acodo o el margullo.
También se pueden reproducir mediante técnicas de cultivo de tejidos in vitro. En este tipo de técnicas reproductivas, los ejemplares obtenidos siempre son iguales a la madre.
Si queremos profundizar más en la multiplicación vegetativa natural, debemos explicar o tener en cuenta las partes que se emplean para este fin.
Entre ellas está el tubérculo, que crece de forma anómala, ya que forma las yemas. El tubérculo se mantiene como huella de los tallos sin raíces y pasado un tiempo, si se dan las condiciones adecuadas, se originan nuevas plantas de forma espontánea.
El bulbo consta de un disco donde se originan yemas que permite generar nuevas plantas. El estolón es una rama horizontal que forma raíces y hojas, se cortan de tramo en tramo y se siembran. El retoño se usa a partir de los rizomas que dan lugar a hijos de la planta.
En el caso de la multiplicación vegetativa artificial se emplean elementos como las estacas que aprovechan la capacidad de muchas plantas para regenerarse y poder formar un punto vegetativo en las zonas de cicatrización. Así logran nuevas unidades reproductoras que son capaces de crear un nuevo individuo si se dan las condiciones favorables. Este elemento se utiliza mucho en jardinería y horticultura.
Otro método muy empleado es el injerto, se traslada de una yema a una rama donde se inserta y se ata y así los tejidos quedan unidos y el injerto prende.
Para lograr los injertos, se debe tener en cuenta que las especies sean afines, colocarlo en posición normal, y solo se puede hacer en plantas con cambio vascular para que sea posible que se adhieran los tejidos.
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