6 minutos
En este artículo veremos qué es una argumentación jurídica, cuáles son sus características principales y cómo debería realizarse para ser eficaz. En este sentido, si tienes pensado preparar alguna oposición de Justicia, saber argumentar de forma sólida y amparándote en la ley, es una habilidad tremendamente útil.
¡Sigue leyendo si quieres conocer todos los detalles!
La argumentación jurídica consiste en exponer ordenadamente razones de tipo jurídico para defender una determinada postura relacionada con el ámbito del Derecho.
Por tanto, no es más que una forma muy específica de argumentar.
Así, la RAE define este término como «aducir, alegar, dar argumentos». En el caso de la argumentación jurídica, la única diferencia radica en que estos argumentos deben estar amparados en el Derecho: leyes y otras normas jurídicas, jurisprudencia, etc.
Una vez aclarada esta definición básica, es el momento de comprender su importancia. Es el alma del sistema legal, gracias a ella, los profesionales del derecho disponen de la capacidad de presentar y argumentar sus casos para lograr una resolución a su favor.
Realizarla de manera correcta infiere en la forma de interpretar y aplicar las leyes. Una buena argumentación inclinará la balanza de la justicia convenciendo a la audiencia, tanto si se trata de un juez como de un jurado popular.
Además, existe otra razón por la que la que tiene una gran relevancia en el sistema, un uso sólido puede conllevar a establecer un precedente. Esto es lo que se conoce como jurisprudencia y marcará futuros casos de índole similar.
Fundamentalmente se emplea en los siguientes contextos:
Si quieres realizar una buena argumentación de carácter jurídico, hay ciertos aspectos clave que deberías tener muy en cuenta. Para prepararla y desarrollarla de manera correcta tienes que seguir los pasos que te contamos a continuación.
Para empezar a trabajar en los argumentos necesitas la información. Todo empieza por una correcta investigación de la información jurídica relacionada con tu caso. Regulaciones, precedentes y leyes serán tus fuentes para preparar tu caso. Cuantos más datos obtengas más fácil será argumentar a tu favor y más sólido será tu postura.
El segundo paso es buscar los puntos más relevantes de tu caso. Al aislarlos y separarlos del resto podrás comenzar a construir tu posicionamiento. Una correcta argumentación empieza por identificar las evidencias más importantes del caso y trabajar sobre ellas.
La estructura de tus argumentos es fundamental para alcanzar el resultado que deseas. Secciona el texto centrando cada apartado en los diferentes puntos clave que has identificado anteriormente. Para ordenarlos usa la lógica, de más relevante a menos.
Fija un patrón gracias a los casos anteriores similares al tuyo. La jurisprudencia es una de las bazas más importantes para ti. Consigue que esas sentencias antiguas se conviertan en un apoyo para tu posicionamiento.
El número de caso o el nombre de la ley importa menos que su contenido, recuerda que es más importante explicar que citar. Céntrate en su análisis y como el texto legal se posiciona a favor de tus argumentos.
En un juicio importa más la razón que el sentimiento, basa tus alegaciones en la lógica y deja atrás las emociones. Para alcanzar el éxito tendrás que construir un camino basado en las pruebas y los razonamientos sin fisuras. Descarta todo aquello que te parezca débil.
Tus razones tienen que resultar comprensivas para la audiencia, no es necesario liarse con tecnicismo y un vocabulario legal excesivo, apuesta por ser claro y concreto. Si puedes usar cinco palabras en lugar de diez para transmitir lo mismo elige la sencillez.
Ponte en la posición contraria para identificar tus puntos débiles. En tu propia argumentación incluye las refutaciones que necesites para contrarrestar los argumentos de la parte contrario. Si refuerzas tus carencias con lógica y fundamentos le quitarás poder al que está enfrente.
La noción de justicia va más allá de la propia ley, si va en línea de tu argumentación no dudes en citarla. La misma importancia tienen la moral y la ética, si te encuentras en los valores aceptados por la mayoría tendrás una razón más a tu favor.
Se coherente a lo largo de toda tu exposición. Recuerda empezar con una introducción en la que presentes los puntos principales, un cuerpo en que los desarrolles y acaba con una conclusión de repaso. Por último, reafirma tu posición para dejar clara tu postura.
Como puedes comprobar, la argumentación jurídica es la base de cualquier confrontación legal. No importan en que lado estés si te dedicas a este mundo es importante que la conozcas y la comprendas.
En definitiva, aunque realizar una buena argumentación jurídica requiere práctica y una formación adecuada, no tiene por qué resultar complicado. Si tienes en cuenta los consejos que acabamos de ver, seguro que puedes mejorar tus razonamientos poco a poco. ¿No crees?